El post de hoy gira en torno a la idea de que en la mayoría de las ocasiones, cambiar nuestra actitud ante la vida nos ayuda a mejorar nuestros problemas emocionales en mayor medida, que tratar de identificar el origen de los mismos. Esta idea, que es la base de la Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis (1955), fue defendida por antiguos filósofos estoicos como Epicteto o Marco Aurelio, muchos cientos de años atrás.
Según esta terapia, podemos distinguir entre creencias racionales e irracionales. Las creencias racionales son cogniciones o pensamientos que tienen un significado personal, expresan las preferencias o deseos de la persona pero de forma flexible (“preferiría…”, “me gustaría…”, a diferencia de los pensamientos irracionales que se expresan de forma rígida y absolutista (“debería”, “tengo que…”).
Las creencias irracionales, que se producen de forma automática, ejercen sin que nos demos cuenta, una enorme influencia sobre nuestros sentimientos y nuestra conducta y pueden suponer una traba para la consecución de nuestras metas y propósitos. Son pensamientos que no responden a los principios de la lógica y en muchas ocasiones son tan rígidos y exigentes que pueden provocarnos gran malestar psicológico.
Ellis, en sus trabajos detalló más de 200 creencias irracionales que pueden ocasionar trastornos psicológicos. Algunas de ellas son tan frecuentes como pensar que para ser valiosos tenemos que ser absolutamente competentes y conseguir todo lo que nos proponemos, muy típico de las personas perfeccionistas, o que las cosas que nos han ocurrido en nuestro pasado constituyen el origen de nuestros problemas actuales y futuros y que por tanto no se puede hacer nada para evitarlos etc.
Todas estas creencias irracionales se derivan de un pensamiento rígido y absolutista (“debería…”, “tendría que..”), por lo que según esta teoría, cambiar esa forma de pensar por otra más flexible y racional aumenta el bienestar psicológico. Esta nueva forma de pensar, constituye en realidad una forma de ver y entender la vida, que según Ellis puede resumirse en 13 principios. Los 13 principios que constituirían el camino para un pensamiento racional que finalmente nos conduzca a un mayor bienestar psicológico.
Me han parecido tan “reveladores” que he querido compartirlos con vosotros en este cartel tan majo que podéis imprimir y tenerlo a mano para ir trabajando esta nueva actitud ante la vida. (La explicación de los principios está a continuación). La nevera, por ejemplo, podría ser un buen sitio. Tratar de cambiar, tener presentes estas claves, puede, a la larga, hacernos de verdad más felices. El cerebro, igual que los músculos de la pierna que se estira haciendo yoga, también es un órgano flexible, y si se “trabaja”, pierde su rigidez. Repetirnos los 13 principios cada día, como si de un mantra se tratara, puede ayudarnos a alcanzar ese pensamiento flexible que estamos buscando.
1.- Interés por uno mismo: Aunque preocuparse por los demás puede ser necesario y conveniente en ocasiones, el interés por uno mismo ha de ser superior al interés que se preste a los demás
2.- Interés social: Somos seres sociables, vivimos en comunidad y una parte importante de nuestras gratificaciones se derivan de la interacción social, es necesario actuar moralmente y deferender y respetar los derechos de los demás.
3.- Autodirección: Para ser feliz es necesario asumir la responsabilidad de dirigir y gobernar nuestra propia vida sin necesitar o demandar constantemente el apoyo de los demás.
4.- Tolerancia a la frustración: Los individuos racionales se conceden a sí mismos y a los demás el derecho a equivocarse; procuran modificar las condiciones desagradables o adversas si pueden o aceptarlas si no se pueden cambiar.
5.- Flexibilidad: Las personas sanas y maduras procuran evitar establecer reglas rígidas e inalterables con ellos mismos y con los demás. Sus planteamientos y actitudes son tolerantes y pluralistas. Mantienen posturas flexibles y están abiertas al cambio.
6.- Aceptación de la incertidumbre: Es adaptativo y saludable reconocer y aceptar el hecho de que vivimos en un mundo incierto y probabilístico y admitir que, por el momento, no existen certezas o verdades “absolutas”, ni probablemente existirán.
7.- Compromiso creativo: Las personas tienden a sentirse más felices cuando se implican vitalmente en algún proyecto ajeno a ellas mismas, les interesa algún tema creativo y asumen algún compromiso social al que dedican arte de su vida cotidiana.
8.- Pensamiento científico: Las persona tienden a ser objetivos, racionales y científicos. Autorregulan sus emociones y conductas reflexionando sobre ellos mismos y las consecuencias de sus acciones. Evalúan mediante la aplicación de las reglas de la lógica y del método científico la consecución de sus metas y propósitos.
9.- Auto-aceptación: Las personas con buena salud mental está contenta de estar viva. Se aceptan a sí mismas y tienen capacidad para divertirse. No hacen valoraciones globales de sí mismos en función de logros externos o del juicio de los demás. Eligen aceptarse a sí de forma incondicional, evitan clasificarse en categorías preestablecidas e intentan disfrutar en lugar de estar probándose continuamente.
10.- Asumir riesgos: Las personas sanas tienden a asumir riesgos que a veces acompañan a la consecución de sus objetivos, aunque exista la posibilidad de fallar. Tienden a ser aventureros, pero no son temerarios.
11.- Hedonismo en sentido amplio: Las personas bien ajustadas son hedonistas porque buscan el bienestar y evitan el dolor pero no están obsesionadas con la obtención de gratificaciones o placeres de forma inmediata. No renuncian al beneficio presente por temor al dolor futuro ni renuncian al beneficio futuro por las dificultades que se pueden encontrar en el presente.
12.- No utopismo: Las personas sanas aceptan el hecho de que las utopías son, probablemente, inalcanzables y, por tanto, admiten que no siempre van a obtener todo lo que desean ni van a poder evitar sentir en algunas ocasiones sufrimiento o dolor.
13.- Auto-responsabilidad por el propio malestar emocional: Los individuos sanos aceptan la parte de responsabilidad que tienen sobre sus trastornos emocionales en lugar de culpar de forma defensiva a los demás o a los acontecimientos.
(Tomado de «Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo Conductuales», Ruiz, M.A., Díaz M.I., Villalobos A. (2012) Edit. Desclée De Brouwer)